LA PAZ, AFP. "Trabajo desde que tengo conciencia", dice Félix Mamani Mayta, un distribuidor de carne de 14 años cuya historia ilustra una realidad que golpea en Bolivia a 850 mil niños y adolescentes, casi un 10% de la población total del país, según UNICEF.
Félix, que aún cursa la escuela, empezó haciendo tareas de comercio al menudeo y luego se empleó como repartidor en bicicleta para la empresa de su familia, que funciona también como heladería y distribuidora de carne vacuna y de pollo.
Vivaracho y dicharachero, es miembro directivo de la Unión de Niños y Niñas Trabajadores de Bolivia (UNATSBO), una organización que busca incidir ante los poderes públicos, como el Congreso y los concejos municipales, para lograr leyes a favor del sector, aunque no está afiliada a la Central Obrera Boliviana (COB).
"Trabajamos para que los niños y niñas trabajadores tengan espacio en la sociedad, que todos los niños, niñas y adolescentes sean tomados en cuenta, que nos escuchen como niños", dice a la AFP.
Franz Ríos Apaza tiene 13 años y vende cigarrillos en una calle de la ciudad de El Alto, vecina de La Paz, y una de las más pobres del país. "Yo he comenzado a trabajar a mis siete años.
Era voceador (el que anuncia las rutas de los buses públicos), después lustrabotas, y después hice diferentes actividades", cuenta.
Y resume a grandes rasgos su vida: "Estoy en la escuela, entro a las 7 de la tarde y salgo a las 10 de la noche y de ahí voy a vender cigarrillos hasta las 2 o 3 de la mañana. Gano 50 bolivianos (unos 7 dólares) los viernes y sábados, cuando se gana más. No tengo papá, sólo mamá, y somos tres hermanos".
"Un problema de pobreza". El trabajo infantil y de adolescentes "es un problema de pobreza, no sólo de Bolivia, sino de países que están en desarrollo", dice a la AFP el representante de UNICEF en La Paz, Marco Luigi Corsi, para quien la variedad de actividades y de visiones laborales hacen que el problema sea complejo de solucionar.
Según datos del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), "unos 850.000 niños, niñas y adolescentes de entre 5 y 17 años trabajan" y el "trabajo infantil pone en riesgo su integridad física y psicológica, a pesar de que su derecho es gozar de salud".
UNICEF, el gobierno boliviano y organizaciones no gubernamentales han coincidido en definir 23 formas de trabajo infantil peligroso, entre las que figuran la zafra de la caña de azúcar y de la castaña, en los llanos y la Amazonia, y la minería, en los Andes de Bolivia.
Del total de niños y trabajadores adolescentes, sobre una población global de 10 millones de habitantes, "hay unos 300 mil dedicados permanentemente a una forma de trabajo infantil y es probable que entre 40% y 60% estén involucrados en Bolivia en las peores formas de trabajo infantil", explica por su parte el vocero de UNICEF en Bolivia, Wolfgang Friedl.
Escrito por: JOSÉ ARTURO CÁRDENAS
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