Una investigación basada en el testimonio de ex agentes de inteligencia cubanos reveló el hondo conocimiento del régimen sobre Lee Harvey Oswald, el homicida del entonces presidente estadounidense
Brian Latell, analista retirado de la CIA, publicará el próximo mes Los secretos de Castro: La CIA y la maquinaria de inteligencia cubana, un libro plagado de material inédito que echa luz sobre los servicios secretos del régimen en momentos en que las relaciones con los Estados Unidos estaban más tensas que nunca. El diario El Nuevo Herald accedió a un anticipo de su contenido, del que se destaca la proximidad de Oswald a personal diplomático del comunismo isleño, y que da abundantes pistas sobre un posible conocimiento del Gobierno cubano sobre los planes de éste para asesinar a John Fitgerald Kennedy, en 1963.
La investigación recaba declaraciones de varios espías isleños, que luego desertaron en los Estados Unidos. Uno de ellos, por ejemplo, asegura que el asesino -de conocida afinidad con Cuba y la Unión Soviética- adelantó sus intenciones en la embajada de Cuba en México como una forma de probar su fidelidad a Castro ya que buscaba obtener una visa. "Castro lo sabía. Ellos sabían que iban a matar a Kennedy", dijo. "Fidel conocía las intenciones de Oswald y no hizo nada para detener el plan", afirma el libro.
Según la conclusión de su autor, el dictador temía a Kennedy. Por eso no había dado aviso de aquel plan para matarlo. Otra explicación posible sería una venganza por los conocidos planes de la CIA para eliminar a Castro. Palabras pronunciadas por aquel entonces por el propio gobernante dan qué pensar. "Los líderes norteamericanos deben pensar que si están cooperando con los planes terroristas para eliminar a líderes cubanos, ellos mismos no estarán seguros", afirmó el mismo año del homicidio que conmocionó al planeta.
Pese a los indicios, Latell es cauto. "No digo que Fidel Castro ordenó el asesinato; no digo que Castro controlaba a Oswald. Pudiera haberlo estado, pero no defiendo esa idea porque no pude hallar ninguna prueba de ello", explicó en declaraciones a El Nuevo Herald.
La sospecha cobra más fuerza con el testimonio de Florentino Aspillaga, el desertor más valioso de la inteligencia cubana. Ese hombre relató que la Dirección General de Inteligencia (DGI) le pidió en los días anteriores al asesinato de Kennedy que abandonara sus tareas de interceptar comunicaciones de la CIA para concentrarse únicamente de lo que pudiera ocurrir en Texas, lugar donde ocurrió el crimen.
Otro elemento más que sospechoso es la conversación que Luisa Calderón, una oficial de la DGI, mantuvo con un hombre por teléfono el día del homicidio. Al ser consultada por su interlocutor sobre si se había enterado de lo sucedido, ésta respondió: "Sí, naturalmente. Me enteré casi antes que Kennedy".
Según El Nuevo Herald, Latell cree que la rapidez y detalles de esos comentarios muestran que la DGI tenía un archivo de Oswald. Y lo conocía bien.
infobae.com
Crédito foto: AFP
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