J
ossette Rivera,
BBC Mundo /
Este viernes una nueva revuelta se llevó a cabo en el mundo árabe, esta vez en Arabia Saudita.
Al igual que las anteriores, las bases de la inconformidad se difundieron por redes sociales convocando a salir a las calles. Pero no se usaron pancartas ni consignas ni se reunieron en las plazas.
Simplemente se pusieron al volante en un país donde a la mujer se le prohíbe manejar.
Con ese gesto —cotidiano en la mayor parte del mundo— desafían una de las más férreas restricciones culturales en ese país ultraconservador.
Arriesgan, y lo saben, la posibilidad de ser arrestadas.
La "revuelta" fue organizada a través de páginas en Facebook como clic"Women2Drive" y cuentas de Twitter como @W2Drive donde se publican videos y fotografías de jóvenes que salieron a las calles montadas en el asiento del conductor.
"Las sauditas somos privilegiadas y consentidas por nuestros guardianes"
Radwa Yousef, lider de "Mi guardián sabe lo que es mejor para mí"
No se trata de una verdadera protesta masiva —que sería considerada ilegal en ese país— sino de una invitación a mujeres que hayan obtenido licencias en el extranjero a que salgan a manejar.
Las primeras multas por falta de licencias ya fueron emitidas.
Y aunque manejar no está prohibido por ley, está vetado por un edicto religioso impuesto por clérigos musulmanes conservadores.
Se trata de una de las muchas restricciones que enfrentan las mujeres sauditas como la prohibición de asistir a la universidad, trabajar sólo bajo permiso de un hombre, contar con un "guardián" y sobre todo, la imposibilidad de estar en contacto con el sexo opuesto sin ser de la familia.
Moda y revolución
Sin embargo, ésta no es la primera señal de un cambio en la mentalidad de las mujeres en Arabia Saudita.
El mes pasado una mujer, Manal al Sharif, pasó diez días detenida tras subir un video de ella manejando. Y en 1990, 47 mujeres tomaron el volante entre sus manos. Todas fueron arrestadas y severamente castigadas.
Otros pequeños cambios se han obtenido en aspectos de la vida diaria que en otras sociedades se dan por sentado.
La diseñadora Eman Al-Mandeel lleva doce años creando modernas abayas, la cubierta (tradicionalmente negra) que las mujeres usan por ley sobre la ropa. Una especia de larga bata que las cubre de los hombros a los tobillos y protege a su cuerpo de las miradas ajenas.
Sus creaciones en telas exóticas y llenas de color se venden desde US$400 en su tienda de Riyadh, una de las ciudades más conservadoras.
Eman no tiene ninguna intención de ir en contra de las leyes religiosas. Simplemente busca un cambio generacional.
"No puedes cambiar un país en uno o dos años", dice. "Pero cada año veo a los sauditas ser, poco a poco, más tolerantes... Mi objetivo es hacer que las mujeres sauditas se vean como miembros individuales de la sociedad".
Otra campaña de protesta —con notables resultados— fue la organizada por la profesora de economía Reem Asaad, quien desde hace más de tres años exige que las tiendas de lencerías sean atendidas por mujeres. Y evitarles la vergüenza del trato con hombres en un aspecto íntimo de las compras.
Una sutileza derivaría en puestos de trabajo para las mujeres y contacto con personas del sexo opuesto más allá de su familia.
Los resultados fueron lentos pero llegaron.
El pasado 6 de junio el rey Abdulah decretó que solamente mujeres podrán trabajar en tiendas de ropa interior y el cargo queda prohibido para los hombres.
A punta de poesía
Otra mujer dispuesta a desafiar a la sociedad saudita es la poetisa Hissa Hilal —esposa y madre de 4 hijos— quien concursó en una especie de versión literaria de "American Idol" en Abu Dabi.
"No nos podemos mover sin un hombre"
Mujer saudita
Vestida con la abaya tradicional y el rostro cubierto, Hilal apareció en televisión dirigiendo su versos llenos de rabia a los clérigos conservadores islámicos.
Sus críticas versaban contra la separación entre hombres y mujeres, el alentar el extremismo islámico y dar un mal nombre al Islam.
"Lo que me enoja mucho es ver a la sociedad árabe encerrarse cada vez más en sí misma, no como antes —amorosa y cuidadosa, compartida, abierta y hospitalaria con todo el mundo", dijo Hilal a la BBC.
Hilal no logró el primer lugar ni el premio de más de US$1 millón —es más, recibió un par de amenazas de muerte— pero puso frente a las cámaras la voz de varias mujeres y con eso se da por bien servida.
"Hasta las mujeres viejas, las jóvenes, todas me dicen 'Tú eres nuestra esperanza", comentó.
Y luego ¿qué?
No se sabe si estos pequeños signos de rebeldía femenina culminen en un movimiento mayor que les otorgue otros derechos.
Su esperanza por ahora es que, de lograr la eliminación de la restricción de manejar, siguieran otras detrás.
"No es uno de nuestro mayores derechos. Pero aunque nos dieran todos los derechos básicos y los grandes, los que dicen son más importantes que manejar, nosotras no los podríamos disfrutar porque no tenemos movilidad.
No nos podemos mover sin un hombre", aseguró a la BBC una mujer que prefirió no identificarse.
Pero no todas lo piensan igual. Radwa Yousef, quien dirige la organización "Mi guardián sabe lo que es mejor para mí", insiste en qué no hay una razón para la protesta.
"Nosotras las sauditas somos privilegiadas y consentidas por nuestros guardianes y tenemos choferes que se hacen cargo de nosotras", asegura.
En tanto, un reporte de la organización Amnistía Internacional insiste en que las autoridades sauditas "deben dejar de tratar a las mujeres como ciudadanos de segunda clase".
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